La aventura del bel canto en
Colombia
La presencia en Colombia del destacado tenor peruano, Juan Diego
Flórez, para conmemorar los 35 años de
Ópera de Colombia, podría calificarse como un singular colofón
de lo que ha sido la historia de este género lírico en el país. Una
historia que ha estado repleta de anécdotas dramáticas, irónicas,
insólitas e incluso cómicas. No hay duda, nuestra historia del ‘bel
canto’ da para escribir una gran ópera. Si bien la celebración se
remite a la creación en 1976 de la Ópera de Colombia como una
entidad adscrita a la entonces Colcultura, lo cierto es que esta
singular tradición europea, cuyos orígenes se remontan cuatro siglos
atrás, hizo su aparición en la escena cultural colombiana en el
Siglo XIX, en tiempos de la Independencia.
El 17 de noviembre de 1826, el maestro caraqueño Nicolás Quevedo
interpretó por primera vez oberturas de Giacomo Rossini, entre ellas
de la ópera ‘Tancredo’, para agasajar al Libertador Simón Bolívar,
quien llagaba a Santa Fe, procedente de Lima. Años después, en
octubre de 1850. Quevedo ofreció un recital que incluía piezas como
‘Dúo de Semíramis’, ‘Duo de La gazza ladra’ y el ‘Gran trío del
barbero de Sevilla’ de Rossini, así como ‘Cavatina de Norma’, de
Bellini.
Poco a poco el país fue visitado por compañías y figuras
operáticas, algunas de gran renombre, como la soprano Emilia Benic,
quien en 1881 dirigió y protagonizó obras completas como ‘La
Traviata’, y ‘Un ballo in Maschera’ y de Giuseppe Verdi. La diva
contó en ese entonces con el apoyo del músico José María Ponce de
León y del pintor y cantante Epifanio Garay.
Y fue el músico bogotano, Ponce de León, nacido en 1846, quien
compuso las dos primeras óperas colombianas llevadas a escena. La
primera fue ‘Ester’, que se estrenó la noche del 2 de julio de 1874,
a beneficio de la señora Florellini de Balma.
Seis años después, el 13 de mayo de 1880, fue presentada por
primera vez ‘Florinda’ en casa del compositor y con presencia del
presidente Núñez . Pero el 22 de noviembre de ese año, ‘Florinda’
fue representada con mayor pompa en un teatro capitalino. La soprano
Emilia Benic hizo el papel de Florinda y Epifanio Garay se desempeñó
como bajo.
De forma sucesiva muchas compañías visitaron el país, como la de
Eugenia Bellini en 1865, con la cual llegó el músico Oreste Sindici,
compositor del Himno Nacional. Ese mismo año estuvieron las
compañías Marina Barbieri y Matilde Cavaletti y en 1891 la compañía
de Augusto Azzali estrenó en el Teatro Municipal de Santa Fe, ‘El
trovador’ de Verdi. Esta misma compañía regresó en 1895 al teatro
Colón y en 1897, año en que debutó la compañía de Turconi-Bruni.
Gira nacionalEn las primeras décadas de 1900 la presencia del
napolitano Adolfo Bracale, está asociada con muchos momentos
inolvidables del ‘bel canto’ y la vida cultural del país. Él fundó
la Compañía de Ópera Nacional. Bracale actuó en Bogotá y otras
ciudades del país entre 1922 y 1928, y murió en Bogotá en 1935. “Su
presencia marcó un hito en la historia del género si tenemos en
cuenta que llegó a Colombia después de encargarse de la puesta en
escena de ‘Aida’ en 1912 en las pirámides de Egipto y de dirigir a
tenores de la talla de Enrico Carusso”, dijo el director de orquesta
y compositor Alberto Guzmán.
En 1922 la compañía Bracale llegó a Manizales y para verla, los
asistentes debieron pagar la altísima suma de cinco pesos oro por
cada función que se presentó.
Precisamente con ‘El trovador’ la compañía de Bracale inauguró el
Teatro Municipal de Cali, el 30 de noviembre de 1927. La temporada
se constituyó en un gran suceso, al contar con la presencia del
afamado divo español Hipólito Lázaro, llamado por entonces ‘El tenor
de todos los siglos’.
Además de Lázaro en las décadas de los 20 y 30, los escenarios de
las ciudades colombianas fueron visitados por grandes figuras del
canto operático, como el tenor español José Palet y el barítono
italiano Titta Ruffo.
Sobre la visita de Ruffo a Bogotá el musicólogo Germán Rodríguez
anotó en una entrevista con GACETA que “a su llegada a Bogotá fue
recibido por un grupo de jóvenes quienes le traían flores, pensando
que se trataba de una dama. El artista se enfureció con la confusión
y se negó actuar, razón por la cual fue encarcelado, hasta que
finalmente aceptó dar su recital”.
El historiador y crítico de arte Miguel González señaló que en el
año 52 estuvo en Colombia la Compañía Itinerante del Metropolitan
Opera House de Nueva York, que trajo entre sus figuras a los
italianos Nicola Moscona, bajo, y Salvatore Baccaloni, famoso bajo
bufo. “En la década del 60 se realizaron temporadas con Faustino
García, quien básicamente traía zarzuelas, pero también presentaba
algunas óperas. Las temporadas que organizaba esta compañía en el
Municipal solían extenderse de quince días a un mes con lleno
total”.
La edad doradaEn 1976 el movimiento operístico recibió un nuevo
impulso en el país con la creación de la Opera de Colombia, una
iniciativa promovida por Alberto Upegui Acevedo que fue acogido por
el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, que dirigía Gloria
Zea.
Entonces se trajeron artistas, directores escénicos y musicales
extranjeros que trabajaron con el talento local. Se creó la
Asociación para la Divulgación de las Artes, Asartes, que se encargó
de conseguir recursos para realizar las temporadas. “Estábamos
haciendo un género que no existía en Colombia, pero tuvo mucho
éxito”, recordó, Gloria Zea, quien estuvo al frente del proyecto en
su primera etapa entre el 1976 y el 1982.
La Ópera de Colombia se convirtió en el trampolín para muchos
artistas. “Allí consolidaron su carrera cantantes como Marta Senn,
Zorayda Salazar, Marina Tafur, Juan Carlos Mera, Gerardo Arellano y
naturalmente con el apoyo de Francisco ‘Pacho’ Vergara, que fue
determinante”, agregó la directora de la Ópera de Colombia.
La soprano caleña, Zoarayda Salazar, quien reside en Italia dijo
que las temporadas que hizo con la Ópera de Colombia fueron sin duda
las más hermosas de su vida. “He tenido la oportunidad de cantar en
muchas partes del mundo, pero la familia que conformábamos acá no la
he tenido en ninguna otra parte, junto a figuras como ‘Pacho’
Vergara, Marta Senn, Gerardo Arellano, Alejandro Ramírez, con
Carmiña Gallo con quien tuve el honor de debutar, fue una escuela
para todos. Desde luego, tuvimos el apoyo de Gloria Zea y Alberto
Upegui entre muchos otros”.
Salazar dijo que entre los personajes interpretados por ella
recuerda el de Musetta, en ‘La Boheme’ y Gilda, en ‘Rigoletto’. Con
una sonrisa en sus labios la artista evocó una anécdota que vivió en
una función de ‘Lucía di Lammermmoor’: “Llevaba puesto un desavillé
y en un momento de mi actuación en el cual debía expresar locura se
me salió un seno, pero sólo me di cuenta después de varios minutos,
cuando el director comenzó a hacerme señas, desde luego fue una
actuación muy comentada por aquella escena fuera de programa”.
En la década de los 80 la temporada operística contó con la
presencia de figuras del Metropolitan como Martina Arollo, una
soprano negra de Estados Unidos y Joan Ponse, un bajo barítono
catalán. También vino Luigi Alva, el tenor peruano que había cantado
junto a María Callas.
Sin embargo, este impulso se perdió con la desaparición de
Asartes y las temporadas se redujeron a dos títulos por año. En 1983
el caleño Francisco Vergara se hizo cargo de la entidad hasta 1985
cuando el entonces director de Colcultura, Carlos Valencia, le puso
fin.
Mientras la Ópera de Colombia agonizaba, en Cali surgía un nuevo
proyecto: la Ópera de Cali, creada en 1988 por Zorayda Salazar, el
barítono caleño, Francisco Vergara y Luz Stella Rey, entonces
directora del Teatro Municipal.
El resultado fue la presentación de ‘Rigoletto’ con la
participación de la Orquesta Sinfónica del Valle, el Coro Polifónico
de Cali y un grupo de intérpretes locales e internacionales, como
Gerardo Arellano, Franco Giovini, Carlos Tuand y Joaquín Paz entre
otros. Sin embargo, el proyecto desapareció al poco tiempo por falta
de apoyo.
Segundo aireEn la década del 90, Gloria Zea, quien en ese momento
dirigía la fundación Camarín del Carmen, volvió a retomar el
proyecto operático inspirada por un grupo de jóvenes cantantes que
le propusieron revivir la Ópera de Colombia. “Cuando me hicieron la
propuesta les pregunté cómo podríamos hacerlo sin teatro, sin
orquesta, sin nada, pero me dijeron que ellos eran producto de la
Ópera de Colombia, pues se habían formado en los coros infantiles o
habían visto por primera vez el canto lírico por televisión.
Entonces me di cuenta que tenía que hacerlo”, agregó la gestora.
A partir de 1991 surgió entonces la Nueva Ópera de Colombia, que
ha mantenido una actividad con pequeñas temporadas de dos obras por
año. Allí han resurgido figuras del canto como Díver Higuita, Luis
Fernando Tangarife y Juanita Lascarro, a los que se suman otras
figuras como Valeriano Lanchas o Juan José Lopera.
En CaliEn junio del año 2000 se estrenó en Cali la versión
completa de ‘Las bodas de Fígaro’, con un elenco de alumnos y
docentes de la Escuela de Bellas Artes. El Taller de Ópera de la
Universidad del Valle, dedicado a la formación de cantantes en el
arte lírico, también ha realizado varios montajes. Al frente de este
trabajo se encuentran la soprano Emperatriz Figueroa y la pianista
Patricia Pérez.
Pero mientras en el Royal Ópera House realizan óperas
contemporáneas como la que acaba de estrenarse sobre la conejita
play boy Anna Nicole Smith, en Colombia se insiste en el repertorio
más clásico del género. “Hay que anotar que hace unos pocos años la
Ópera de Colombia llevó a escena una versión muy contemporánea de
‘La flauta mágica’, que tuvo una gran acogida y resultó todo un
fenómeno”, dijo González.
Pero el crítico también recordó que al año siguiente, cuando el
mismo equipo de productores y artistas montó ‘El elixir de amor’,
los realizadores trasladaron la acción a la Colombia actual con
presencia de mafiosos y otro tipo de personajes, tal como se hace en
las grandes casas de ópera en el mundo. “Pero hubo revuelo y muchos
puristas devolvieron sus boletas y rechazaron la atrevida propuesta.
Entonces tuvieron que regresar al repertorio tradicional”.
Un tanto más radical, el músico y director de orquesta Alberto
Guzmán señaló que el atraso que ha tenido el género en el país es
abismal. “En una oportunidad Otto de Greiff se lamentaba que en
nuestro país, casi dos Siglos después de su creación, se estrenara
una obra tan emblemática como ‘Don Giovani’, de Mozart. Eso da
cuenta de lo reaccionario que ha sido el criterio con que se ha
manejado el repertorio de la ópera en Colombia con excepciones como
‘Don Giovani’ o la ‘Flauta Mágica’, como si la ópera acabara en el
romanticismo italiano”, se quejó.
Guzmán agregó que el catálogo de la ópera del Siglo XX es mucho
más amplio que el del Siglo XIX. “Los grandes teatros de ópera en el
mundo presentan montajes contemporáneos y eso lo vemos a las
proyecciones que se están haciendo en salas de cine de la temporada
del Metropolitan donde la gente asiste para ver obras como ‘Nixon en
China’. De otra parte, en toda la historia de la ópera en Colombia
apenas se ha estrenado un puñado de obras de autores nacionales,
entre ellas una de Luis Antonio Escobar y otra de Blas Emilio
Atehortúa, que se presentaron sólo una vez y jamás se volvieron a
repetir, dijo Guzmán.
Miguel González señaló que sin duda la ópera es el espectáculo
más caro del mundo. “Por eso no es posible que un proyecto de este
tipo sea una responsabilidad de una entidad particular y el Estado
debe participar activamente, si es considerada como sucede en Europa
en donde es inconcebible no tener una ópera nacional, como tampoco
es posible no tener un museo nacional, una sinfónica, coros o un
ballet nacional”.
No obstante, cuando hila todo lo que ha sucedido en estos 35
años, Gloria Zea saca un balance positivo. “Desde su creación en
1976 hasta el 2010 se han puesto en escena 30 títulos y realizado
695 representaciones en Bogotá, Cali. Medellín, Barranquilla,
Ibagué, Buga, Bucaramanga, Cartagena, Santa Marta, Armenia, Pereira,
Manizales, Neiva y Tunja. Eso nos da una proporción de la
importancia que ha tenido la Ópera de Colombia y una muestra de ello
es la celebración que tuvimos de los 35 años de esta entidad
cultural con la presencia del tenor peruano Juan Diego Flórez. Este
año tendremos tres obras en nuestra temporada que iniciará en
agosto, entre ellas el estreno de ‘Don Carlo’, de Verdi. Pese a sus
limitaciones la ópera sigue viva en Colombia”, concluyó.
Tomado de
http://www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/reportaje-aventura-del-bel-canto-en-colombia
, 2011
