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Manuel Hernández http://www.manuelhernandez.8m.com/ pintor |
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CRITICA "Cuando
no se es un critico cerebral y frío, que ha recorrido todos los libros y
sus terribles y confusas terminologías, pero cuando se siente el arte con
pasión, como es mi caso, me atengo única y exclusivamente a las
sensaciones que éste me produce y de ahí saco mis propias y personales
conclusiones. El párrafo explicativo se debe a que seguramente los conocedores del arte no van a estar de acuerdo sobre lo que pienso a cerca de la pintura de Manuel Hernández. Pero igual y a pesar de que muchos críticos la han ya analizado y estudiado, no puedo resistir la tentación de tratar de describir lo que sení al descender las escaleras de la sala de exposiciones del Museo La Tertulia y encontrarme de pronto metida en uno de los hipogeos de Tierradentro. Todos estos signos esa simbología apacible y tranquila, contorsionada que a veces toma formas y en la mayoría de los casos se esfuma nos lleva a pensar en esos mágicos recintos de Inza, de donde es posible que por atavismo le llegará al maestro esa forma de expresión, ese lenguaje donde la geometría, la línea recta ha desaparecido o solo incide ocasionalmente, sin equilibrios simétricos, pero con focos ópticos que contrapesan las fuerzas, mientras que las curvas generan una suave sensualidad." Maritza Uribe de Urdinola, Directora Museo de Arte Moderno La Tertulia, El Pueblo, Cali, Noviembre de 1.981. "Hernández ha
mantenido en nuestro medio un interés explicito en la investigación
formal. Ha seguido, prácticamente solo entre nosotros, el argumento de
una pintura que sea suficiente por si misma para expresar la emotividad
y la sensibilidad humanas. Y por lo tanto, la presencia permanente y
digna de su obra, ha sido un saludable contrapeso para la ingenua
exuberancia temática de la mayor parte de nuestra producción
pictórica. Su obra, desde esta perspectiva, es una pieza importante en
el complicado engranaje de nuestro apresurado desenvolvimiento
artístico. Pieza sin la cual hubiera sido talvez otro, el desarrollo
dialéctico del argumento creativo en el país." "No recuerdo haber criticado nunca el trabajo de Manuel
Hernández, de pronto no me interesó. También es que los artistas
tienen vaivenes -usted lo sabe y uno escribe semanalmente sobre el
trabajo de un pintor que puede no estar pasando por un buen momento.
Pero no creo haberme referido mal, aunque me ha convencido a través de
los años de la seriedad de sus propósitos y ha logrado con tenacidad y
con dificultad imponer un cierto código visual que ahora tiene una
imagen propia. No es excesivamente fuerte, no es lo que personalmente me
gusta, pero aprecio su trabajo."
Marta Traba, El Espectador, Junio de 1981.
"No recuerdo haber criticado nunca el trabajo de Manuel
Hernández, de pronto no me interesó. También es que los artistas tienen
vaivenes -usted lo sabe y uno escribe semanalmente sobre el trabajo de
un pintor que puede no estar pasando por un buen momento. Pero no creo
haberme referido mal, aunque me ha convencido a través de los años de la
seriedad de sus propósitos y ha logrado con tenacidad y con dificultad
imponer un cierto código visual que ahora tiene una imagen propia. No es
excesivamente fuerte, no es lo que personalmente me gusta, pero aprecio su
trabajo."
Marta Traba, El Espectador, Junio de 1981. "Manuel
Hernández es uno de nuestros artistas más serios, pensantes y sensibles.
El homenaje que al elegir su proyecto hizo la Universidad Nacional al
congreso de Colombia consiste en haber introducido en su seno una obra
seria, ciertamente difícil, digna de una entidad moderna poblada de
inteligentes con cierto sentido poético. No es por supuesto obra para
mayorías, sino para minorías selectas, que, sin duda, ha de haberlas
también en el Congreso aunque sean las que pierdan todas las
votaciones."
Francisco
Gil Tovar, El Tiempo, Agosto de 1.981.
"El
conjunto es noble y equilibrado. Irradia luz y color. Pareciera que fuese
un gran eco de la organización de todo el "hall" y que
transcribiera pictóricamente la tectónica de todo el edificio. Esa
relación estrecha entre la pared pintada y el resto de la edificación,
no sólo es uno de los mejores logros del mural, sino la determinante más
eficaz del sentido gratísimo de armonía que surge de la zona en la que
se encuentra la pintura. Al
principio se dijo que Signos y Leyes no solo tiene una calidad, sino una
importancia fuera de serie. En qué consiste ésta última? Primero que
todo hay que destacar que se trata de la primera obra abstracta en un
edificio oficial."
Germán
Rubiano, Arte en Colombia, 1.981.
Cada
artista posee una técnica y debe afrontar su manera de manejar los
elementos para poder ser expresivo, directo, impactar y nunca hacer
concesiones. Conceder un milímetro en la pintura es olvidar lo que se ha
hecho."
Entrevista
por María Elvira Bonilla, El Pueblo, Cali, Noviembre de 1.981.
"Para
mi la pintura no es una disciplina cualquiera. Es un sentimiento
diferente. A veces no es una profesión, sino la necesidad de expresar un
hecho, como puede ser el bullicio para un político; la posibilidad de
concretar su ideología a través del hombre y de las masas. Yo creo que
el artista requiere andar por él camino de los elementos que son propios
del hombre contemporáneo; su tiempo."
Entrevista
por Maria Elvira Bonilla, E1 Pueblo, Cali, Noviembre de 1.981.
"El
hombre contemporáneo es más abstracto que nunca; en sus planteamientos,
en su no sentir real. Los elementos contemporáneos no le dejan ajustar al
piso; todo es forzoso, dirigido, planificado. La cosa sincera es tan
difícil en estos tiempos que se vuelve obligante."
Entrevista
por Maria Elvira Bonilla, El Pueblo, Cali, Noviembre de 1981.
"No
hubo un planteamiento pictórico que nos antecediera con convencimiento.
La abstracción, es mi caso y en el de muchos latinoamericanos nos sirve
para negar lo anterior y partir de la nada."
Entrevista
por Maria Elvira Bonilla, El Pueblo, Cali, Noviembre de 1.981.
"Conseguir
ese sabio equilibrio entre las ideas y la técnica para que el afinamiento
de la técnica no vaya en detrimento de lo que hay que decir porque lo
revolucionario no es pintar símbolos de revoluciones sino expresar
plásticamente los elementos que atacan los sentimientos, que asfixian,
que arrinconan, como lo hizo el surrealismo, como lo hizo el
abstraccionismo, sintetizando imágenes, diciendo mucho en muy poco."
Entrevista
por Maria Elvira Bonilla, El Pueblo, Cali, Noviembre de 1.981.
"El
lenguaje abstracto que puede permitirse ser totalmente libre y a la vez el
de más hondo significado, en el caso de Hernández se convierte en una
propuesta para descifrar los estados de conciencia del colombiano, y aún
más, si se quiere de un hombre americano embriagado por el color y cuyas
formas han pasado por múltiples desesperanzas en su
identificación."
Manuel
Hernández Benavides, El Espectador, Agosto de 1981.
"Sí
las personas hoy siguen casi con alegría una flecha u obedecen una señal
de "pare" es porque ya están acostumbradas a ello y mi pintura
es una especie de "pare" cuya percepción depende de una actitud
mental que no necesita de elementos complejos para que lleve a la
meditación acerca de algo nuevo, de una nueva sensación de un nuevo
espacio."
Entrevista
por Ana Mercedes Vives, Revista Semana, Agosto de 1.982.
"Esa
forma, a veces recibe la ayuda de otra forma que es una especie de
cuadrilátero que tampoco tiene sus lados definidos, y que a veces de su
propia realidad móvil extrae un eje interior, que lo ayuda a buscar su
sitio con el dinamismo o la quietud que el mundo de exigencias internas de
tensión y relación lo permiten. Sin embargo ambas formas acuden a
ayudarse. Como mundos exponenciales de la abstracción de los contrarios,
lo recto y lo curvo, lo masculino y lo femenino, estas dos formas
dialogando construyen el signo en la obra de Hernández Gomez."
Manuel
Hernandez Benavides, Catalogo Arco 82, 1.982, España.
"Producto
de una exhaustiva investigación del color, las pinturas de Hernández
exentas de cualquier forma de realismo, saben llegar muy directamente a la
emotiyidad humana."
Gloria
Valencia de Acosta, El Tiempo, Noviembre de 1.982.
"Bella
es la obra de Manuel Hernández pero no vaya a creerse que esta hecha para
meras complacencias formales o por motivos más bien sensoriales. Su
unidad a través de ese signo que el visualiza con tanta persistencia
responde a un hacer consciente, extremadamente riguroso y por lo mismo
racional, sin que por ello tampoco se deba deducir que su obra replica a
concepciones inflexibles o predeterminadas intelectuales. La suya, la
entiendo como una concepción abierta y concreta del arte. En
el caso de Hernández proyecta una visión de una realidad plástica que
el artista expresa con maestría de recursos. Y los suyos son magníficos,
con riqueza que la imagen retiene y transmite. Que
precisar de la obra de Manuel Hernández sino que es netamente plástica,
visual, sugerente, un real placer para la sensibilidad observadora y una
real verdad dentro de una concepción de arte. Y sin duda esta obra es
mucho más: aquella que, con un cierto lenguaje de abstracción, remite a
sensaciones concretas que se traducen en un gozo no menos explicito."
Manuel
Esteban Mejía, E1 Comercio, Quito, 1.983.
"Cuando
nos enfrentamos a la pintura de Manuel Hernández son muchas las
reflexiones a las que nos lleva como obra de signos integrales y moradora
de imágenes casi mágicas que nos hace recordar a Octavio Paz cuando nos
dice, a propósito de la palabra, que por medio de ella podemos acceder al
reino perdido y recobrar los antiguos poderes. Yo diría que Manuel
Hernández en medio de la imagen nebulosa, mítica, mágica, plástica,
nos introduce en una ceremonia iniciática de revelaciones y
materializaciones de deseos y elegías que encanta a la vida con sentido
abierto y sin hermetismos, pero si encandilada por el misterio. Este
hombre dedicado a la vida del arte y al arte de la vida, es un creador sin
afán de búsqueda sino de encuentros, quien ve en lo más sencillo con
aptitud y talento una posibilidad de invención, de soplos infinitos, de
creaciones sensibles. ni va traduciendo la exploración del mundo sensible
en signos fascinantes, los que progresivamente van poblando el espacio
pictórico con asombro y sin necesidad de corromperlo."
Belgica
Rodriguez, 1.985.
"Sí
se mira retrospectivamente la obra de Manuel Hernández, toda ella es una
silenciosa lucha de las sombras por imponerse a la luz. Talvez por eso
recurre frecuentemente al sombreado. Es la antigua lucha de Jacob y Angel
que permite inscribirlo como un pintor en la tradición del espíritu. A
partir de estas obras Manuel Hernández no se plantea mas si es abstracto
o figurativo, sino que sigue la trayectoria que le dicta su sensibilidad
sin importarle catalogaciones. Solamente
quiere el pintor crear signos expresivos, si se quiere, imágenes, y con
ellas como en un gran geroglífico universal y sobre una enigmática
estela funeraria, reconsiderar la posibilidad de dar nueva vida al
lenguaje."
Beatriz
Gonzalez, Junio 12 de 1.986.
"Pocos
pintores son más rigurosos que Hernández en el tratamiento de una idea y
en la ejecución de la misma. Con una perseverancia indeclinable en la
abstracción, este artista la dota de una fuerza visual que es al mismo
tiempo inteligente. En efecto la forma-signo que lo expresa posee la
sabiduría de un símbolo, pero no de uno que nos remite a una realidad
dada sino de uno que responde a una necesidad plástica. Lo suyo, pues, no
se plantea en el espacio de una síntesis o de una simplificación sino
que se impone como una realidad autónoma, creada a partir de la búsqueda
de un lenguaje que sea su contenido al mismo tiempo."
Manuel
Esteban Mejia, Diario El Comercio, Quito, Ecuador, 1.987.
"Son
formas que no tienen una imagen en la realidad cotidiana, pero que buscan
encontrar un asidero en los recuerdos. Son formas simbólicas de una
memoria lejana,
genérica, intima, profunda y personal. La imagen hetérea y cerrada
conquista las fronteras del tiempo y descubre la posibilidad humana de
conservar y acumular el transcurso de los días. No se derrocha la
historia sino que el hombre acumula. Ese poder andar en el tiempo,
guardando secretamente y en silencio las horas no vuelve viejos, es la
fortuna y la desgracia del hombre, es la ilusión y la agonía del hombre,
cargar siempre, en recuerdos y experiencias el transcurso del tiempo en la
vida." Ana
Maria Escallón, El Lenguaje del Silencio, 1988.
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¿Signos de alfabetos antiguos?
¿Notas musicales? ¿Instrumentos
prehistóricos? ¿Señales de tránsito? Cualquier
relación directa entre la pintura de Manuel Hernández y objetos reales es
dudosa. Abstracto por esencia, Hernández ha hecho de sus formas, colores y espacios una búsqueda permanente de la trascendencia. Su obra más reciente se encuentra exhibida en la Galería Garcés Velasquez de Bogotá (1988) y en ella este maestro de carácter tímido (casi un sacerdote de su arte) se confirma y renueva al mismo tiempo en la sencillez y pluralidad conceptual y plástica de sus imágenes, que como visiones misteriosas, van apoderándose del espectador. Nacido en Bogotá en 1928, Manuel Hernández estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Un viaje a Chile determinó poco después lo que sería su camino, al entrar en contacto con Roberto Matta y Emilio Petorutti. Más tarde, estudió en Roma y en Nueva York, recibiendo la influencia de la abstracción europea, especialmente de Afro, y de la norteamericana, específicamente de Motherwell. Entre 1963 y 1967 la pintura de Manuel Hernández sufrió un definitivo proceso de maduración: se conformaron las superficies de manchas concentradas y los óvalos y los rectángulos-formas básicas de su estilo- empezaron a insinuarse, sentando las bases de esa coherencia técnica y temática que mantiene hasta hoy toda la producción del pintor. Una ausencia total de la anécdota, síntesis y ritmo de todos los elementos del color y la forma y un rigor incomparable en el ejercicio mismo de la plástica son las principales características de Hernández. Totalmente apartado de cualquier estridencia tropical, la obra de Manuel Hernández, sin embargo, puede estar profundamente enraizada con lo americano, revelándonos quizás en sus símbolos la magia creadora de los tiempos de los orígenes. Por Ana Mercedes Vivas
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Sutileza y elaboración Para enfrentarse a su obra hay que estar dispuesto a disfrutar con lo sutil. Por eso, visitar la exposición que Manuel Hernández inauguró el pasado 1° de octubre en la Galería Garcés Velásquez, puede convertirse en un delicioso ejercicio detectivesco. A pesar de la aparente repetición de un cuadro a otro, lo que existen son pequeñas diferencias, que obligan al espectador a abordar de manera diferente cada cuadro. Son cerca de 30 cuadros, que pertenecen a lo más reciente de su producción. También se están exponiendo 5 fotogramas experimentales que se inscriben en la temática de los "Signos", trabajada por el pintor desde hace algún tiempo. Hernández, quien nació en Bogotá en 1928, es uno de los artistas más constantes y más elaborados de la plástica colombiana. Esto queda demostrado en la exposición de la Garcés Velásquez, donde es posible apreciar que cada cuadro es el resultado de un cuidadoso trabajo intelectual. Como lo dijera a SEMANA la crítica de arte Ana María Escallón, "en la obra de Hernández hay algo que recuerda a Marcel Proust. El quiere que su pintura lleve a recordar". Esos pequeños detalles que le dan personalidad a cada cuadro, son los que estimulan la memoria, invocan el recuerdo. Otra característica del trabajo de este pintor es la limpieza de las atmósferas que crea. El color es siempre tranquilo, lo que da como resultado un ambiente sosegado. El "signo", esa forma que se ha vuelto característica en la obra de Hernández, es el personaje central de sus cuadros y es en él —y en su relación con el resto de la composición— donde está ese trabajo meticuloso, esos bordes que vibran de manera diferente en cada creación. Ese universo de signos es el resultado del trabajo de toda una vida. Según afirman las personas que lo conocen de cerca, lo que expone Hernández es sólo una pequeña parte de una inmensa obra desconocida hasta ahora, especialmente en dibujo, que puede considerarse como una especie de soporte de lo que finalmente expone. Es la pequeña punta que sobresale y que hace parte de un inmenso iceberg. Tomado de la revista Semana No.336, 17 de octubre de 1988
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